Volviendo de una importante reunión de trabajo, tuvimos que
pasar por delante de una base de MINUSTAH (más precisamente por los
contingentes de Bangladesh y el de Philipinas). Justo delante de nuestro auto
va una camioneta con un soldado armado (¿esto constituye un pleonasmo?). Varios
cientos de metros vamos despacio, uno detrás del otro, y observo bien al soldado: (¿hace falta
que diga que es blanco?) casco camuflado como la ropa, anteojos negros, chaleco
anti balas, borceguíes y un poderoso FAL. Y me entero de que ese juguetito
tiene un alcance de poder destructivo a 700 metros. A esa distancia aún puede
atravesar un auto. Me explican demasiado gráficamente que arranca un miembro a
un ser humano a esa distancia y más.
Sigo mirando al soldado que está de paseo por Haití. No está
tenso ni parece estar alerta. No tiene miedo. No crean que esto es Vietnam y
que de cualquier cañaveral sale un grupo que resiste la invasión. No se
imaginen este escenario como si fuera Afganistán que desde cualquier montaña
pedregosa y en medio de una nube de polvo, a miles de metros un talibán dispara
con un armamento ruso de altísimo poder y precisión que hará reventar uno de
estos vehículos. Haití nada tiene que ver con eso, por eso la calma del
soldado.
El camión con el soldado dobla y nosotros seguimos por la
ruta llena de vehículos que dicen UN. Me quedo pensando si son necesarias armas
de guerra, si es válido el argumento de que en Haití corre gran riesgo la
estabilidad y la democracia; si la estabilidad y la democracia se preservan con
tropas extranjeras armadas hasta los dientes. También me acuerdo de este joven
haitiano que hace unas semanas fue violado por soldados de la MINUSTAH uruguaya.
Hace unos días el muchacho pidió una indemnización de 5
millones de dólares por lo sufrido. Uruguay le contestó que no habría
indemnización económica sino jurídica, o sea, cárcel para los victimarios (en Montevideo, por supuesto). Y
mi primera reacción es decir que está muy bien la respuesta, teniendo en cuenta
que el abogado que aconsejó al haitiano es uno que está en la defensa de
Duvalier, el peor dictador que haya tenido Haití jamás. Y menos espontáneamente
y con la imagen del FAL y un cuerpo sin miembro en mente, pienso en cuál
tendría que ser la indemnización para el país entero.
Hoy fui a comprar artesanías a una misión evangélica que está
en la montaña camino a Kenscoff. Por
ahora vamos a dejar pasar de largo el hecho de que a las artesanías las
comercie una misión evangélica. Además de la venta de cosas bellísimas se encuentra allí un museo de “cultura
haitiana”. Entro a un laberinto de pasillos de vitrinas con la más ecléctica
muestra de cosas.
Una de ellas dice en inglés: “fauna haitiana” en donde se
exponen como animal principal un flamenco rosado pero bastante empolvado y
desteñido; una lechuza tan reseca que tiene las patas tiesas como señalando
algo en el piso y sin ojos; muchos escarabajos que yo creía exclusivos de
Egipto; unas lagartijas sin color auténtico y desecadas sin querer; la piel de
muda de una serpiente; una tarántula. Otra vitrina sin título tiene fotos de
presidentes pero el 80% son de los Duvalier. Entre ellos se encuentra un cartel
en créole que dice “no queremos vudú, queremos cristianismo”. Y todo mezclado
parece más bien una galería de Ripley (esperaba que saliera Jack Palance y me
presentara las cosas).
Me abalanzo sobre la que dice “artesanía haitiana” y veo
unas máscaras rituales, telas, pinturas y me detengo en unas bolas de baseball
con la leyenda: “bolas hechas en Haití antes del embargo”. Pero quedo
estupefacta al ver unos carros de asalto en miniatura, iguales a los que veo por
todos lados, blancos con las letras UN. Y al lado unos camuflados que
simplemente dicen “1994”. Me refriego los ojos para ver bien. Sí, en la vitrina
de las artesanías, lo que es la representación popular del arte, se encuentran
dos carros militares extranjeros.
Volvamos a la indemnización económica y supongamos que esté
correcta, ya que vivimos en un sistema con industria de juicio. Y ya que
entramos en la lógica del negocio, digamos que si se piden 5 millones es porque
hay que tener margen de negociación y así, calculo que una violación valdrá 2
millones de dólares. Y en esa línea me pregunto cuánto valdría la vida de una
persona. (Seguramente más que el precio de una violación).
Inmediatamente pienso en el cólera que lleva más de 7.000 muertos oficialmente
y se calcula que por lo menos habrá el doble. (En una rápida multiplicación, 7.000 X 2 millones de dólares = USD 14.000 millones). Y además, las
violaciones de las que no salen a la luz. Todo esto, sin tener en cuenta la
devastación, la mugre, la usurpación que no tiene ya precio, que es
incalculable, que no hay manera de ponerlo en forma de unidades.
¿De cuánta plata tendríamos que hablar para indemnizar a
Haití?
Muy bueno el blog (llegue via la barça).
ResponderEliminarQue bueno contar lo que se vive, donde sea.
Diego