jueves, 22 de septiembre de 2011

07.- Los desplazados del terremoto


Viaje al centro de la miseria reconcentrada…
Hoy fuimos a un campamento que eufemísticamente llaman de “desplazados”. Son los “desplazados por el terremoto”.
El lugar de unos 5 Km por 3, se sitúa en un valle entre dos montañas y va desde la base hasta cerca del mar, se llama Canaan y a su vez está divido en Canaan 1, 2, 3,4  y 5. Lo mismo que se ve en la plaza de Pétion-Ville, esas carpas de plástico miserables e inhumanas, se encuentran aquí. Los mismos colores, las mismas siglas que adornan las (virtuales) paredes de la toldería de acá y allá.
Igual, pero peor. Peor, porque están aún más lejos de los ojos del mundo. Y no tienen baños. Ni cloacas (¡Haití no tiene cloacas!). Ni agua. ¡No tienen agua!
El terreno fue expropiado por el Estado luego del terremoto para permitir que allí se instalaran los “desplazados” es decir el que se quedó sin vivienda. En un principio así fue, afectados directos se quedaron provisoriamente (para siempre) en el lugar. Y se fueron sumando gente que fueron afectados indirectos. Por ejemplo gente que antes del terremoto alquilaba y que al incrementarse los costos de las viviendas por la escasez no pudieron pagar más y se fueron. Y los que nunca tuvieron nada vieron la posibilidad de tener un terreno seguro y alguna chance de que una ONG les diera algo.
30.000 familias están allí, sin nada de nada. Llenos de niños, sin esperanza pero como siempre. Canáan es el festín de las ONG que tiene una especie de base importante, con casitas muy lindas para ellos en medio de semejante pobreza.
Yo fui a ver que la ONG “Un Techo Para Mi País” hubiera cumplido con lo estipulado: 200 casas de madera de un plan final de 854.
¿Qué representan 854 viviendas para una población de alrededor de 150.000 personas? ¿Qué representaría darle una casa a cada familia si no tienen agua, trabajo ni nada?
“Las casas son para dormir” me explican. Son habitáculos de 2 X 3 metros, de madera, con techo de chapa a dos aguas. Y pregunto qué hacen el resto del día. Y me explican que se ocupan en conseguir agua, comida, tratan de vivir.
Alguna ONG instaló 3 ó 4 cisternas que eran llenadas por camiones de agua. Cuando la plata del proyecto se acabó, dejaron de venir las pipas y las cisternas quedaron vacías. Algún poblador (¿son pobladores?) con un par de gurdas compró una pipa y empezó el negocio de vender el agua.
Canaan no es más que un reflejo de Haití entero, en donde se ve una pobreza difícil de imaginar, donde se palpa el saqueo internacional que sufre este país desde que fue hecho. Hecho por los españoles, los franceses, los ingleses, los yanquis. Es un juguete, un juego de prueba y error, todo puede ser experimentado aquí. Así. El FMI aconsejó sembrar arroz y luego la producción no se vendió como se esperaba, para enderezar algo la economía porque el propio Estados Unidos priorizó su producción y Haití quedó en la vía. En tiempos de Duvalier Haití exportó plasma humano. No es una metáfora, se exportó sangre de haitianos. (¿y quién era el principal comprador?)
En 1915 Estados Unidos invade Haití con el pretexto de garantizar la democracia (¿le suena?) y se quedan durante 19 años. Pero es desde el primer momento de la invasión que hacen una reforma de la constitución para beneficiar a los EE UU como socios comerciales.
El régimen de los Duvallier, padre e hijo, después de 3 décadas dejó al país en ruinas (como por ejemplo con sólo el 2% de la vegetación original) con una enorme deuda y miles de crímenes cometidos por el estado. Tantos eran los cuerpos que los cementerios no daban abasto  y entonces, Baby Doc exportó cadáveres a las universidades de Estados Unidos para estudios científicos. Es el renglón oportuno para mencionar que la Madre Teresa de Calcuta era íntima amiga de la familia Duvalier y abogó por ellos cuando se hicieron las denuncias internacionalmente. Alegó que eran gente buena, que amaban a los pobres y que los pobres los amaban a ellos. (¡Impresionante!)
En la actualidad aquí se venden niños que en otro eufemismo dan en llamar adopciones. En Canaan se vende todo: el pedazo de tierra, los girones de plástico, el agua que no es ni siquiera potable, se vende la ilusión de vivir.
Canáan, espejo de Haití.

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