La “pub” es un abreviado de “publicidad”. La pub, en el mundo capitalista y consumidor es esencial para que el sistema funcione. En este mundo nuestro la conocemos muy bien. Largas carreras universitarias para formar en marketing, en comunicación, en gráfica, etc. para hacer de nosotros, los espectadores, marionetas que influenciados por una bella chica, un cabello hermoso, o incluso un bebé regordete, salgamos corriendo a comprar eso que no necesitamos.
Haití no es la excepción. Todos los medios tienen su espacio publicitario ¡y esto merece un capítulo aparte!
Si bien todavía no tengo instalada la tele, tengo ya el receptor pero sin antena de cable, con lo cual veo en una pantalla con lluvia intensa 3 canales locales. Y he podido apreciar el arte haitiano de los creativos créoles.
Llego a casa para “sacarme” el trabajo de encima y enciendo la tele para ver si me desenchufo mientras llega la hora de conectarme con los queridos por Skype o msn, me tomo unos mates o un jugo de Sudáfrica y me sorprendo. En el corte de una novela (de la India doblada en créole o en francés… ¡inenarrable!) viene el famoso espacio publicitario que dura unos 8 minutos. Y en ese lapso… ¡sólo 3 publicidades! Imagino entonces que el minuto de aire valdrá nada, y que el concepto de publicidad es bien otro que al que estoy acostumbrada: en argentina se instauran publicidades que tiene su versión larga (pongamos 40 segundos) y la corta que remite a la anterior, como una versión breve.
Me quedé estupefacta al ver entonces la publicidad de una moto (vehículo muy preciado ya que además de sortear fácilmente el tráfico también sirve de taxi) en donde se veía a dos muchachos que iban en moto… bueno, las motos estaban paradas y el fondo se movía, en realidad, con una canción en créole muy moderna, y los pibes chochos “manejando” por todos lados, incluso se ve que pasan de largo, corte de cámara y se ve a una chica que se le vuela la falda pero que mira asombrada las motos, luego vuelve la cámara a los muchachos y a su disfrute de andar en una moto tan buena, pasa el paisaje, alguien quiere robarse una de las motos, pero intrépidamente sale huyendo en el bólido, sigue y sigue recorriendo caminos, para entonces terminar la escena con uno de los muchachos que se lo ve en su cama, aparentemente soñando, que se despierta sobresaltado de pensar que todo había sido un sueño. Pero por suerte… en la misma cama, reposa “acostada” su moto, en parte tapada por su misma sábana. Nada más que agregar. Después de ver esto, ¿quién no quiere una moto de esas? Quedo pasmada.
Fueron unos 4 minutos de esa historia.
Luego vino una publicidad de un jabón para lavar la ropa. Y otra vez, las historias de una bolsa de jabón en manos de una señora haitiana, con dos otras chicas que hacen un coro detrás de ella, diciendo (supongo) que limpia más y mejor. Todo queda más blanco y creo entender que incluso la ropa del mecánico. Y así van pasando por diversos hombres que quedan mejor (uno incluso está descalzo sentado en el piso, pero que da impecable y en patas). De todos modos, cuando fui al super a buscar ese jabón, no lo encontré.
Y la tercera era la publicidad de un instituto de enseñanza de oficios e idiomas, donde se mostraban a jóvenes estudiando, en un instituto hermoso, con letreros que aparecían diciendo: “enteramente climatizado”. Y se sucedían las aulas una y otra vez, con estudiantes diferentes, pero casi todos varones. Pocos primeros planos de chicas.
Además de causarme gracia la forma de la publicidad, lo extenso de cada una de ellas, me di cuenta de una cosa: en el mundo capitalista en el que vivo las publicidades están dirigidas a las mujeres. Si hacemos el ejercicio de observar en un espacio publicitario argentino, uno cualquiera, contemos los productos que están destinados a usar por mujeres y aquellos para varones y verán que la proporción es 1/20 más o menos. Aquí todo está dirigido a los varones. Quienes consumen son los varones. La fuerza de la economía reposa sobre las mujeres que son quienes tienen siempre a cargo los hogares, especialmente porque los varones no están fijos, la madre sí. Son las mujeres que emprenden las pequeñas ventas, que se emplean en las casas ricas, que hacen de todos los oficios. Pero es el varón quien usufructúa del dinero de la casa y que el “suyo” propio, lo destina al consumismo de las publicidades.
Y también está la famosa PNT. El chivo semi encubierto.
Me tocó ver un concurso de belleza. Justo lo agarré en los momentos finales, cuando les hacían alguna pregunta a las chicas para que pudieran mostrarse hablando.
Todas estaban vestidas igual, de amarillo, con el logo rojo del auspiciante en la espalda: “spaghetti itala”. Y la pregunta era: “¿le gustan las pastas? ¿Come usted pastas?” Una de ellas respondió: “yo era muy flaca y me dijeron que tenía que comer muchos fideos!” Y la repregunta fue: “y son fáciles de preparar, ¿no es así?”. Todo esto pasaba en el salón de una casa, me parece. Y el jurado estaba compuesto por una negra, y dos hombres, uno blanco y otro negro.
Deliberaron y anunciaron la ganadora que muy emocionada, recibió el premio, algo que parecía ser un perfume o una cajita del estilo. Estaba muy contenta, no lo podía creer. Le ponen la coronita. ¡Emoción! Entonces anuncian el segundo lugar, y le dan su premio: una bolsa llena de fideos, como al resto de las participantes que tienen una cara de odio indisimulable. Y hacen hablar a la ganadora. Titubea, muchos “ehh” y finalmente, “No sé qué decir. Muchas gracias” Entonces le soplan: “¡gracias, fideos itala!” Y lo repite.
(aquí un ejemplito de publicidad sobre los pap padap que son personas que te recargan el celular en la calle, desde su propio teléfono:
Pensar que vi ese comercial y ya me parecio eterno, y vos nos hablas de uno de 4 minutos!
ResponderEliminarMuy muy interesante vero, estare atenta revisando cuando actualizas esto!
Se te extraña, besotes, la guagua