Fabiola tiene 26 años y se acaba de graduar de técnico en
informática. Se puede decir que Fabiola tiene suerte de haber sido “apadrinada”
toda su vida por una familia pudiente de Haití que le ha pagado todos sus
estudios desde la primaria. Suerte, lo que se dice suerte, no lo sé, pero eso
merecería un capítulo aparte, una larga historia personal.
Por ahora sólo me limito a la historia del día de hoy: la
graduación.
El PDG o director hablando |
Fuimos invitadas la mamá, la señora donde Fabiola trabaja, y
yo. El acto fue en un salón, una especie de galpón, un tinglado muy arreglado
para la ocasión: globos negros y violetas, arreglos florales, escenario,
parlantes, etc.
Cabe resaltar que cada egresado debió mandar a hacer su ropa,
con un modelo y colores especiales más una toga negra, con estola amarilla o
celeste según de qué se recibieran. (traje negros de saco y pollera -o pantalón para
varones- y camisa lila) Además con tocado, esa especie de media con una
tabla en la cabeza, típicamente yanqui.
La cita es a la una
de la tarde, en el momento de más calor del día.
Llegamos, nos instalamos en las sillas (hay hileras de 30
sillas, sin espacio entre ellas) y esperamos. Pasa el tiempo y observo:
entiendo que es un instituto religioso, que es de los caritos, y me parece
entender que este es un momento muy importante para todos los que están ahí.
Las mejores pilchas en todos y cada uno. Los mejores zapatos, el mejor
maquillaje, las uñas más largas del mundo (incluso de los pies) todo los
detalles cuidados. Las mujeres se han estirado el pelo al máximo (¿por qué
será? Cuando me quiero poner “linda” me hago la planchita yo también) y lo
rematan con una laca que lo deja inmóvil, como un casco. Muchas llevan pelucas
y veo sólo dos con rulos o afro. Incluso hay un par de rubias. Ellos, por su
parte, con trajes de 3 piezas, en su mayoría oscuros con corbatas
exageradamente colorinches (“como sueño de chupado” dirían en Córdoba) pero
unos cuantos con trajes color hueso, beige o incluso blancos. Zapatos al tono y
todo. Hombreras, puños de las camisas doblados por encima de los sacos, cadenas
gruesísimas en los cuellos… una extraordinaria demostración de clase.
Sigue pasando el tiempo, 1 y 20, 1 y media, ya son las 2
menos cuarto… no me había dado cuenta del calor que hace en Haití hasta hoy.
Finalmente se acerca al micrófono un mulato con aire de
locutor (y lo es) y pide que nos pongamos de pie para entonar el himno.
Afortunadamente cantan un pedacito, pero ya veo que mientras cantan se mecen de
un lado a otro como un coro góspel, y todo a capela, nada de instrumentos ni
grabaciones. Muy lindo.
Lamento muchísimo no haber traído para filmar, porque los
sonidos (volumen fortísimo) son maravillosos.
Vuelve el mulato pide “un caluroso aplauso” y presenta lo
que sigue: el coro nos va a cantar….
El coro está formado por las egresadas, las de toga con
estola celeste, que se reciben de recepcionistas. Una de ellas hace un solo
buenísimo y creo que si fuera a American Idol ganaría! No descifro si cantan en
créole o en inglés o incluso en francés. Pero es muy lindo.
Vuelve el mulato locutor (“un caluroso aplauso…”) e
introduce un solo de una de las chicas acompañado de un piano, un muchacho que
le queda el instrumento muy abajo, toca de pie, pero parece tan melancólico
como aquel “Sam” de Casablanca. Bárbaro. Ya son las 2 y pico, espero que esto
avance más rápido.
Pero no, faltarían todavía dos horas más de un infinito
suceder de presentaciones variadas, de cosas sin lógica para mi visión como por
ejemplo:
Un estudiante hace un discurso de demasiados minutos
explicando la etimología de la palabra Étincelle (chispa) porque así se bautizó
esta generación. Imaginense: la chispa, la llama, el fuego… todos los lugares
comunes.
Una danza a cargo del grupo “Sophias’s girls” que
lamentablemente para nosotros y especialmente para las bailarinas, contaban con
un espacio en el escenario que asemejaba un zaguán. ¡pero qué se puede hacer
ahí? Bailan una música totalmente instrumental, de esa que llamaríamos de
ascensor, con una cara tan seria que dudé si no estaban ahí olbigadas por
alguna mafia del baile.
Y luego otro estudiante que hace un recorrido histórico del
instituto, una especie de trayectoria.
Los graduados |
Me enderezo un poco, porque el locutor anuncia que va a
hablar el PDG (sería el gerente general porque la directora es su mujer) y
tengo la tonta esperanza de que sea el cierre. Observo que el director es
maquillado antes de subir al estrado porque le brilla la cara, le arreglan la
corbata, las flores de su ojal, etc. Entonces me di cuenta ¡de que estábamos en
vivo en la tele! ¡Sí señores! ¡horas de televisión para mostrar una graduación!
Bueno, habla el director o lo que sea, y lo hace… por 15 minutos! Y le dio
tiempo a pasar por todos los temas que tenía en mente, seguramente desde la
última graduación. Dio cifras espeluznantes de la educación, pasó por el sueño
de un país mejor, de “sus hijos”, habló de su maravillosa esposa,y terminó
diciendo “quisiera hablar de una persona muy importante para mí: dios nuestro
señor!”
“Un caluroso aplauso”… y otra vez el coro góspel y vuelven
las Sophia’s girls, y ahora….
El mulato winner nos anuncia que quiere ceder el micrófono a
una persona muy especial, es médico, cantante, actor… un capo! El padrino de la
promoción. Un negro (son todos negros menos nosotras dos de las 300 personas
del público) con todo el oro y la guita encima y nos habla no sólo en rima
durante otros 15 minutos sino que susurra y termina las frases tan bajo que ni
el micrófono de los 5000 decibeles puede alcanzarnos la palabra. ¡Y yo que pensé que todos los lugares comunes habían sido utilizados en la definición de "chispa"!
Y otra vez el coro y otra vez el mulato. Ahora nos va a
cantar la esposa del pianista, un caluroso aplauso por mí… quiero irme
inmediatamente. Y ahora van a cantar el juramento los egresados. En el
juramento se incluyen palabras como “técnico”, “recepcionista” “dios” y “amén”.
Ahora vuelve el director (previa introducción del langa) y
dice “por los poderes que me fueron concedidos, yo los declaro: GRADUADOS!” y
todos se abrazan y gritan la máquina de humo hace imposible ver qué pasa en el
escenario…
Ya han pasado dos horas y media y decidimos que podemos
irnos sin ser vistas (mentira).
Salimos de allí con una sensación indescriptible de haber
asistido a la colación más bizarra del mundo.
Teletransportarse es un sueño imposible, no por la falta de tecnologia, sino porque la gente desapareceria en medio de cosas como esa y para lo medios y las ceremonias seria muy poco rentable.
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